Buen margen de maniobra cuenta el Real Madrid para afrontar la vuelta de los octavos de la Liga de Campeones en el estadio de San Paolo. El resultado de tres goles a uno en el Santiago Bernabeu es buena renta y gestionarla no será demasiado difícil, sobre todo teniendo en cuenta que los blancos marcan gol en gran parte de sus partidos a domicilio, lo que significaría que el Nápoles debería conseguir tres tantos para empatar la eliminatoria.

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El viento, por tanto, parece soplar a favor y los de Zinedine Zidane contarán, además, con su once de gala para afrontar este trascendental partido. Por primera vez en muchos meses los merengues podrán alinear al equipo que se alzó con el título el pasado mes de mayo en Milán, y que ahora vuelve a Italia con la firme intención de iniciar la senda que le sirva para ganar su duodécimo entorchado, el que sería el tercero en cuatro años y el segundo de forma consecutiva, algo histórico.

Sin embargo, los madrileños son muy dados a convertir lo difícil en tarea sencilla y lo fácil en algo sumamente complicado, por lo que parece probable que el partido se complique sobre todo el conjunto napolitano se adelanta pronto en el marcador. Jugadores como Hamsik, Callejón, Mertens o Insigne, espoleados por la ardiente afición italiana y por el espíritu de Maradona, son capaces de importunar al conjunto de Concha Espina, por lo que la concentración deberá ser máxima desde el minuto uno. Jugadores como Keylor Navas, Ramos o Kroos, poco dados últimamente a plantear los partidos con la debida tensión defensiva, tienen que correr como el que más y pensarse dos veces cada uno de sus movimientos. Navas no puede permitirse estar mal colocado, como viene siendo habitual. Ramos ha de controlarse en sus entradas y en sus impulsos, y Kroos no puede permitirse andar cuando hay que dejarse el alma corriendo hacia atrás en las transiciones defensivas. Si Zidane logra corregir todo esto, el pase a cuartos de final será un hecho.