Duelo entre equipos mediocres que llevan inmersos en la intrascendencia gran parte de la temporada. Lo peor de Valladolid y Elche, no obstante, es que siempre parecen encontrarse cerca de la recuperación, la cual luego no llega nunca, hecho que frustra aún más a sus respectivas aficiones.
La hinchada de Pucela, sin ir más lejos, está hasta el gorro de los tropiezos de su equipo. El pasado fin de semana los vallisoletanos cayeron goleados por un contundente seis a dos contra el Sevilla Atlético. El hecho de que un filial endosase tal goleada a un equipo que debería pelear por llegar a Primera división, por historia y plantilla, ha dolido sobremanera en la ciudad y de hecho el fantasma de la destitución lleva sobrevolando toda la semana sobre la cabeza de Paco Herrera. No es la primera vez, ya hace unos meses el técnico gallego estuvo cerca de ser destituido, salvando el puesto tras una reacción que disipó algunas dudas. Sin embargo, esta historia se lleva repitiendo toda la temporada y en el caso de que el equipo caiga en Zorrilla el despido podría ser inminente. Lo más sorprendente de todo es que los pucelanos cuentan todavía con opciones de alcanzar los playoffs de ascenso, que se sitúan a solo seis puntos y que en caso de victoria quedarían a tiro de piedra.
Alberto Toril, por su parte, mira ya más hacia abajo que hacia arriba. Y no porque no le gusten los cielos de la Segunda división, pues lleva tras de ellos desde la jornada uno. Lo que sucede es que la irregularidad se ha cebado con el club ilicitano, el cual ha desplegado el mejor fútbol de la categoría sin conseguir a cambio premio alguno. Ahora, para colmo, el descenso está a seis puntos y en caso de tropezar en Zorrilla se desatarían los nervios en el club valenciano.