Está el Real Madrid a un solo punto de la gloria, a un solo punto de romper con ocho años de sequía en Liga, a un solo punto de acabar con la hegemonía del Barcelona y de poner la primera piedra hacia una nueva etapa. El cambio de régimen podría dar comienzo este domingo si los blancos consiguen puntuar en La Rosaleda y se hacen con su Liga número 33, sentando así las bases hacia un futuro en el que Zinedine Zidane parece que pasará muchos años sentado en el banquillo merengue, mientras que el máximo rival, el conjunto culé, afronta con poca ilusión un cambio de entrenador con Valverde como supuesto jefe de filas blaugranas.

Tan cerca y tan lejos, sin embargo, para un club que tiende a complicarse la vida cuando todo parece ir rodado. Los de Concha Espina juegan mejor a contracorriente que cuando manejan un resultado a favor, por lo que será necesario que Modric y Kroos tomen las riendas en el mediocampo para que nadie se precipite ni cometa un error que derive en un gol de los malagueños y que haga temblar las piernas de los madridistas de medio mundo. No encajar un gol es importantísimo, o al menos no hacerlo en la primera fase del partido. Zidane lo sabe y por ello no arriesgará con el balón en los pies, aunque sí que apostará por Ronaldo, Benzema y posiblemente Isco en punta de ataque con el fin de inclinar la balanza a su favor antes de que los nervios aprieten.

El Málaga, con Michel en el banquillo, estará sujeto a todo tipo de sospechas sobre si pone toda la carne en el asador o si se deja llevar. Sin embargo, parece harto imposible que un entrenador profesional le pida a hombres jóvenes y con hambre como Sandro, Ontiveros o Fornals que no lo den todo sobre el césped. El ex barcelonista, de hecho, es la principal amenaza de los andaluces y confía en devolverle al Barcelona lo que le quitó hace semanas a base de goles.

Se enfrenta el Atlético a la cara buena de Las Palmas este fin de semana, equipo que en casa solo ha perdido dos encuentros en lo que va de temporada pero que lejos de la isla cae en casi todos los choques que juega, habiendo ganado un solo partido a domicilio en lo que va de campaña. Así pues, se espera que el estadio de Gran Canaria vuelva a sacar lo mejor de los suyos, que navegan por la clasificación sin rumbo fijo tras una segunda vuelta desastrosa en la que la irregularidad se tragó todas las esperanzas amarillas de pelear por un puesto de Europa League. Quique Setién parece pensar más en la próxima temporada que en la actual y eso se nota en el bajo rendimiento de sus futbolistas sobre el césped, que no juegan con intensidad ni concentración y que suelen iniciar batallas individuales sobre el césped con impredecible resultado. Solo Kevin Prince Boateng parece absolutamente comprometido con la causa, jugador que vuelve al once tras contar con descanso entresemana y que representa el principal peligro para los de Simeone este sábado.

Los rojiblancos, además, llegan a tierra insular tras perder el pasado fin de semana contra el Villarreal en el Vicente Calderón. Esta derrota en casa dolió, y mucho, a los colchoneros, que podrían ver peligrar la tercera plaza en caso de que el Sevilla ponga la directa. Por esa razón es obligatorio ganar al conjunto amarillo, ya que además los equipos que ocupan puestos de Europa League podrían dar también un susto a los madrileños en caso de ganar esta jornada y de que el resultado en la isla favorezca a los locales.

Lo peor para Simeone es que apenas podrá rotar pensando en el partido de Liga de Campeones contra el Real Madrid. El argentino tendrá que elegir muy bien qué jugadores alinea para competir con opciones de llevarse los tres puntos pero sin desgastar a sus hombres importantes de cara al trascendental encuentro del próximo martes.