Tras el temporal llega la calma, y a las derrotas madridistas les sigue siempre las victorias del Barcelona. Esa situación es exactamente la que atraviesan los culés, que llegan a los cuartos de final de la Copa del Rey tras ganar de forma incontestable a un buen equipo como es Las Palmas por cinco goles a cero y que pretenden alargar la buena racha y disipar todas las dudas que se han creado en los últimos meses y que permitieron que el Real Madrid es escapase en Liga, ostentando el liderato con autoridad.
Todas esas dudas azulgranas, precisamente, comenzaron tras jugar y perder en Anoeta, estadio en el que los de Luis Enrique recibieron un baño de juego espectacular por parte de los donostiarras, provocando críticas salvajes a defensa, mediocampo, entrenador y a los tres cracks del club catalán. Ahora, en el torneo del KO, la Real Sociedad vuelve a aparecer en escena y los miedos se renuevan en el equipo barcelonés. Los vascos cuentan con gente rápida arriba, con Illarramendi dominando en el medio y con una defensa firme que puede complicar sobremanera a Neymar, Messi o Luis Suárez. Así las cosas, la misión principal de Luis Enrique es la de evitar que la hecatombe en Anoeta vuelva a producirse, como viene sucediendo en los últimos años.
Rafinha y se presenta como un hombre vital en este contexto. El jugador hispanobrasileño comienza a postularse como el perfecto sustituto de Xavi, a pesar de que sus cualidades defensivas son menores que las del de Reus. Sin embargo, el entrenador blaugrana llevaba tiempo buscando un hombre que tomase el testigo de un Rakitic marginado, y el fin de semana Rafinha demostró que puede ser la pieza clave para crear desequilibrio en línea de tres cuartos. Le falta únicamente compenetrarse mejor con Busquets a la hora de defender y de correr hacia atrás, sobre todo si enfrente hay jugadores como Vela, Oyarzabal o William Jose.