Siete puntos separan a Betis y Alavés en una zona de la clasificación en la que ya no se juegan nada ni unos ni otros. La temporada ha sido larga y dura para ambos conjuntos, que aunque se alejaron del descenso en todo momento, fueron incapaces de mantener la regularidad y aspirar a algo más, hecho que habría contentado a sus respectivas aficiones.
Mendizorroza, de hecho, llegó a pitar a los suyos tras encadenar tres derrotas consecutivas, algo que sorprendió sobremanera a Pellegrino. El técnico argentino dijo estar orgulloso de mantener al equipo quince puntos por encima de la zona de peligro y clasificado para la final de la Copa del Rey, sin embargo la exigente afición vitoriana lleva demasiado tiempo sin grandes emociones en Liga y por ello demanda algún tipo de sobresalto. Ganar en el Benito Villamarin lo sería e impulsaría a los de Álava a acabar la temporada entre los diez primeros clasificados, lo que sería todo un éxito para un equipo recién ascendido que además podría jugar la Europa League en caso de superar a los de Luis Enrique en la fecha más importante de la historia de la entidad después de aquella final de la UEFA perdida contra el Liverpool hace ya más de una década.
Los verdiblancos, por su parte, piensan ya en la próxima temporada y se toman estos últimos encuentros de Liga como un test para saber qué jugadores son válidos de cara al futuro y, lo que es más importante, para intentar percibir si Víctor Sánchez del Amo es el entrenador ideal para gestionar la plantilla bética el año próximo. La inestabilidad parece instalada en el seno del club de la Avenida de la Palmera, circunstancia que se aprecia en el juego del equipo sea cual sea el entrenador, por lo que es necesario calmar los ánimos en la institución para que el fútbol del equipo mejore sustancialmente.